La tienda de golosinas.

Vitrina de golosinas y caramelos.

El fin de semana pasado paseando por la calle observé una tienda de golosinas, chucherías, caramelos o como queráis llamar a estos locales allí donde os encontréis, hacía allí encaminé mis pasos. Los motivos creo que son obvios, comprar alguna chuche ya que de vez en cuando me da ese antojo, no  lo hago muy a menudo, tan solo pretendía algo que me amenizara un rato la tarde. No soy persona de comer mucho dulce, me empalaga muy rápido, pero de vez en cuando me doy un pequeño capricho. Al entrar me encontré con un ambiente que me devolvía a mi época de mi niñez, fue como atravesar una especie de puerta temporal y volver a un pasado que creo que todos añoramos alguna vez en la vida. Lo primero que llama la atención de un lugar es el olor, y ese olor a golosina que impregnaba toda la lonja era verdaderamente delicioso, luego observando las estanterías se podía encontrar los dulces de mi niñez que creía extintos. Allí estaban los regalices de color rojo y negro tanto en forma recta como en forma circular, los llamados 'torpedos' que eran unos caramelos precisamente con forma de torpedo de distintos colores, chicles empaquetados a la manera clásica de sabor de menta, eucalipto, fresa ácida, de marcas muy conocidas en forma de lengüeta, cromos de colecciones que hoy en día hacen los chavales, los clásicos flases, no se como se escribe simplemente los llamábamos así, no eran más que una especie de caramelo envuelto en plástico que se vendía líquido o congelado, las pipas de toda la vida, maíz tostado, patatas fritas de las de siempre, chocolatinas variadas, incluso tenia las típicas palmeras de choco-nata que tanto me gustaban y me siguen gustando.

Entrar en estos lugares siempre me hacen recordar la época donde siendo un chaval me dirigía con esas pocas monedas que me daban en casa, vamos lo que era la paga del fin de semana, a una tienda que cariñosamente llamábamos "La Tiendita Roja" regentada por una señora ya entrada en años que siempre tenía una sonrisa y una palabra amable con nosotros. Por aquel entonces no había demasiadas tiendas de esta clase y allí compraba las chuches, no tenía un surtido muy variado ya que en aquella época no se fabricaba tanta golosina como hoy en día. Recuerdo comprar unos sobres un poco grandes con unas figuritas de soldados, llamados actualmente soldaditos de plástico, que usábamos en nuestras batallas, ¡la imaginación al poder! Nada de pc o videoconsolas todavía no existían y ni siquiera se esperaban. Una vez que falleció la señora, nunca supe como se llamaba, la tienda se cerró y tuvimos que buscar otra tienda de este tipo hasta que por edad vas abandonado estos hábitos y cogiendo otros.

El encantamiento no iba a durar mucho tiempo en esa tienda, por desgracia en seguida se vuelve a la realidad, encontré sobre la vitrina correspondiente los paquetes de cortezas de todos los sabores y colores habidos y por haber que hoy en día se fabrican, ocurría los mismo con las patatas y los maíces. Al fondo se encontraba la sempiterna máquina expositora de bebidas refrescantes de color rojo chillón de marca mundialmente famosa, tenía todo tipo de bebidas refrescantes menos bebidas alcohólicas por supuesto, justo a un lado de esta máquina había otra nevera, la nevera de los helados donde se guardan los helados industriales también de marcas famosas que ya y por mor de la tecnología se venden todo el año, por comentar, cada año son más pequeños y cada vez más caros. Estas dos máquinas refrigeradoras no existían en mi época de chaval, el mareo de chucheras que pude encontrar fue bastante grande, todos los expositores estaban repletos de todo tipo de chucherías de todos los colores y formas inimaginables puestas en fila en un par de pasillos, me mareó la cantidad de golosina industrial que pude encontrar. Todo está dispuesto en un sistema de autoservicio, agarras una bolsita de plástico y te sirves tu mismo, paseas, das vueltas por la tienda y te llevas lo que te apetece, ya no existe esa interacción con los dueños.

Para acabar cuando ya terminé de servirme, tampoco me llevé mucho un par de paquetes de esas gominolas de mi niñez, se las llevé al dependiente que las cerró las pesó y me dijo: <<Son tles con tleinta>>, le pagué con un billete de diez euros me dio el cambio y le deseé que pasara una buena tarde, no dijo nada solo sonrió, por lo visto este señor llevaba poco tiempo en España y no dominaba todavía el idioma. Verdaderamente cualquier tiempo pasado fue mejor.

Saludos y hasta la siguiente.

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